19 sept 2008

Volviendo a lo básico (II)

La Unión Soviética después de Lenin

Para 1924, con Stalin en el poder, se forma una burocratización sólida en el seno de la Unión Soviética. Esta burocracia se torna hostil a la lucha por más revoluciones socialistas en países capitalistas bajo el dogma ridículo de Stalin de que el socialismo se puede lograr en un solo país, mientras se prevengan ataques militares imperialistas. Es así que los partidos comunistas a nivel mundial se convertirían en herramientas diplomáticas del Kremlin con el fin de lograr la “coexistencia pacifica”. Bajo esta premisa se traicionarían oportunidades revolucionarias en China, España e Italia, entre otros países.

No fue el marxismo lo que falló en la Unión Soviética sino su corrupción stalinista, como se mencionaría en 1936: “el socialismo ha demostrado su derecho a la victoria, no en las páginas de El Capital, sino en una arena económica que constituye la sexta parte de la superficie del globo; no en el lenguaje de la dialéctica, sino en el del hierro, el cemento y la electricidad. Aun en el caso de que la URSS, por culpa de sus dirigentes, sucumbiera a los golpes del exterior -cosa que esperamos firmemente no contemplar- quedaría, como prenda del porvenir, el hecho indestructible de que la revolución proletaria fue lo único que permitió a un país atrasado obtener en menos de veinte años resultados sin precedentes en la historia.” (Trotsky, “La Revolución Traicionada”)

Trotsky y la Oposición de Izquierda, que luchaban por mantener el internacionalismo y en contra de la burocratización del Partido, son perseguidos y finalmente desaparecidos, asesinados o exiliados.

La Segunda Guerra Mundial, como la Primera, fue una guerra provocada por el sistema capitalista; los estados burgueses, en necesidad de expandir mercados, provocaron también este conflicto que acabaría con más de 60 millones de vidas humanas. La excepción fue que Stalin, a diferencia de los bolcheviques, tomó parte enviando millones de soviéticos a una muerte segura en vez de incitar a los militantes de los estados en disputa a tomar el poder u organizar una vanguardia que cree situaciones revolucionarias a nivel internacional. Aun así, no fue otro que el Ejercito Rojo el que derrotó a los nazis y la amenaza fascista.

Después de la Segunda Guerra Mundial, gracias a la base económica del estado obrero, los avances en la Unión Soviética fueron aun mas impactantes pudiendo incluso enviar al primer hombre al espacio. Entre los 60s y 80s se buscaba dar un techo a todo ciudadano soviético como derecho básico y se emprendieron gigantescas construcciones. Esto aparte de la educación y sistemas de salud gratuitos y el derecho universal a trabajar, el sufragio femenino, entre otros, fueron algunos de los logros a pesar de la corrupción burocrática en la que estaba enfrascada la tierra de los soviets.

En estos días, Rusia capitalista, y otros países que formaban el bloque soviético, tienen un índice de Sida que va creciendo desmesuradamente y un índice de desempleo y pobreza que no tienen comparación respecto a su pasado post-zarista.

China y otros estados obreros deformados

A pesar de la destrucción de la Unión Soviética, aun un cuarto de la población mundial vive sin la influencia directa del capitalismo. China, Vietnam, Corea del Norte y Cuba conservan su economía planeada y centralizada. Pero como la URSS en su momento, tienen el lastre de una burocracia parásita a la cabeza del estado obrero.

China merece especial atención por ser el gran centro proletario del mundo, a pesar de las influencias de capitales externos e internos, la base de la economía china permanece colectivizada. La burocracia de Beijing hace veces de contratista para los imperialistas y tarde o temprano el pueblo chino deberá decidir entre una revolución política proletaria para abrir camino al socialismo o abrirse al capitalismo voraz y la explotación imperialista.

Cuba, un animal diferente, siguió un proceso diverso, pero cuenta también con una burocracia similar que ha derivado en contradicciones análogas a las soviéticas y chinas. En aras de un futuro socialista es necesario también en Cuba, el deshacerse del burocratismo parásito haciendo a cada uno de los cubanos parte de esa burocracia, es decir, que el pueblo tome el poder en sus manos y empuje los alcances de la revolución a los países vecinos para influenciar proletariados como el mexicano que servirían de ayuda no solo al pueblo cubano, sino que podría ayudar a despertar la conciencia del proletariado estadounidense.

Críticos en el pensamiento marxista, y desarrollados con amplitud por León Trotsky, son los conceptos de internacionalismo y la independencia del proletariado. El primero demostrado negativamente, como ya hemos visto, con la URSS y otros estados obreros que apenas subsisten ante la acecha imperialista. Cuba y China, por ej., se beneficiarían inmensamente poniendo a su lado a los proletariados de países vecinos, en especial México, EEUU o Japón, que no solo defenderían lo logrado, sino que buscarían revoluciones en el propio territorio con la esperanza de alcanzar un desarrollo social similar a la vez de contribuir a la consolidación de los estados obreros actualmente deformados. Por otro lado, la independencia del proletariado expone lo equivocado de aceptar una “colaboración de clases”. Dar concesiones y participar de organizaciones de corte burgués o derivado, desde partidos políticos a movimientos sociales, no da otro resultado que terminar capitulando ante los intereses de la burguesía. Un ejemplo claro sale a flote con los frentes populares, como el de España en 1936 o la Unidad Popular de Chile en los 70s. En la actualidad el Foro Social Mundial, auspiciado por capitales que van desde la FORD Corporation, pasando por gobiernos burgueses y la misma Rockefeller Foundation, es una muestra clara de este tipo de menjunjes que no observan el problema objetivamente. Así, militantes e interesados en un mejor porvenir pierden la brújula y el ansia de un cambio radical esperanzándose en pequeñas reformas que mejoren, en el mejor de los casos, indirectamente no más allá que su entorno.

Por un futuro comunista

¿Que debemos hacer? Aparte de seguir inquiriendo, aparte de seguir nutriéndonos de verdades, aparte de seguir leyendo e investigando, aparte de seguir compartiendo, aparte de salir a discutir sobre EL SISTEMA en sí y no sólo sobre lo que de él se deriva... ¡Debemos organizarnos! La historia demuestra que las ocasiones para tomar el poder no son numerosas, pero aun así nunca avisan y debemos estar preparados. Tener un programa para poner en práctica en la eventualidad de una oportunidad revolucionaria es más que un deber.

La burguesía no es solamente propietaria de los medios de producción sino que también tiene todo un aparato de represión llamado Estado: cárceles, policía, poder judicial, fuerzas armadas, y todo lo demás. Se necesita un contrapeso para vencerlo y eso es un Partido de Vanguardia. No un partido que luche por administrar el Estado burgués, pero que busque deshacerlo poniendo al proletariado a la cabeza de las demás clases oprimidas, desechando el sistema actual para ir, paso a paso, construyendo las bases para una mejor sociedad, sin clases, sin explotación, sin desigualdades y que permita al ser humano una verdadera evolución. Las condiciones materiales, tanto tecnológicas como económicas ¡ya existen!

El proletariado, en el corazón del proceso productivo, es la única clase con la fuerza necesaria para lograr un cambio radical. Para esto es imprescindible su independencia y su entendimiento del sistema, con el marxismo como herramienta de análisis y guía de acción. Por ello la necesidad de una organización clasista que tome como ejemplo a los bolcheviques de 1917, un partido revolucionario de vanguardia.

El verdadero y único sendero hacia una libertad de la explotación, opresión, racismo, delincuencia, violencia, miseria y otros derivados de este sistema, está en el cambio radical del sistema económico que se nos impone, fuente única de los desastres de nuestra sociedad. La lucha por el socialismo, implica una lucha independiente de un proletariado organizado y conciente de que solo tomando el poder es posible cambiar las condiciones económicas que van terminando con el mundo. Si lo que se busca es un mundo mejor de forma permanente, si lo que se busca es una liberación del yugo opresor que tiene a su merced a las grandes mayorías del mundo que habitamos, entonces no hay otra forma que una revolución, un cambio en el sistema económico impulsado por una clase que actualmente tiene en su poder la fuerza productiva. Esta lucha intensa no debe admitir claudicaciones, no puede ser timorata ni permitir concesiones, ni puede soñar con parches temporales ni aceptar caridades, no debe basarse en palabrerías ni centrarse solo en un país, o se estará condenados al fracaso.

¿Entonces, se puede tomar el poder ahora? ¿Podemos hablar de un proceso revolucionario en algún país latinoamericano aparte de Cuba? la respuesta es AUN NO. Se necesita trabajar mas en despertar la conciencia, con la gente que cotidianamente interactuamos. Pero antes se debe empezar con uno mismo. No se puede hablar de revolucionario cuando uno apuesta a que Lula o Evo van a cambiar para bien o que Chávez, quien administra un estado capitalista, es un líder socialista. No se puede hablar de radicalismo cuando se espera que la policía o el gobierno nos solucionen los problemas. El Estado es la maquina que defiende a la burguesía, a quienes tienen el poder económico, a quienes dominan los medios de producción. Al mismo tiempo, el proletariado es el responsable de que estos medios funcionen, he allí el poder que se tiene pero que no se puede aprovechar aun por la pérdida de CONCIENCIA, falta de liderazgo y abundancia de oportunistas y traidores.

Debemos organizarnos y prepararnos al mismo tiempo de ir intentando concientizar a quienes muestran un interés, quitar las mascaras de quienes no hacen mas que engañar, y llamar a las cosas por su nombre. Para cambiar radicalmente la situación es necesario un mayor nivel de conciencia social y estamos muy lejos de ello aun. Y con izquierdistas y una mayoría pseudo radical que no ven mas que una reforma como solución, las cosas no son muy auspiciosas. Leer, salir de la cápsula en la que nos enfrasca el sistema, hacer uso del marxismo, aprender de la historia, debatir y organizarnos, son cosas que están al alcance de cualquier ser humano conciente, de cualquier persona que perciba que, de seguir la tendencia actual, el mundo como lo conocemos tendrá un desenlace funesto muy pronto.


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Artículo publicado en Tribuna Clasista Nº 2 (Mayo - Julio 2008)